0 a 0: »Aburrido», así fue el juego tico contra Curazao
Curazao sumió a Costa Rica en una telaraña táctica que enredó y adormeció a la Tricolor, dando como resultado un juego soso y aburrido, digno del cero a cero final.
Así, tras dos fechas, el visitante llegó a 5 puntos en el Grupo D de la Liga de Naciones de Concacaf, dejando atrás a ticos (2) y haitianos (1), a falta de dos jornadas.
Bien plantado, tirado atrás con dos líneas de cuatro rígidas, Curazao limitó a Costa Rica a un pasabola insulso, de un lado al otro y carente profundidad, que poco a poco comenzó a desesperar a la poca afición que llegó al Morera Soto.
En el plano táctico, era como un juego de eliminatoria, por la propuesta del visitante teóricamente inferior, que se echa atrás sin rubor a la espera de algún resquicio para contragolpear o generar alguna acción en táctica fija.
Tan amarrados tenían los isleños a los ticos, que la primera jugada de real peligro fue de ellos. Nos tomaron muy mal parados a espaldas de Blanco, Nepomuceno centró y Keylor tuvo que volar a la derecha para repeler el furibundo cabezazo de Janga, que le ganó la posición a Duarte (29’).
Los que no se durmieron en “La Catedral”, silbaron a la Tricolor. Y así, entre bostezos, los equipos se fueron al descanso.
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Complemento
El DT Ronald González sacó al volante de contención Cruz y entró como extremo Díaz, zurdo a perfil cambiado, Venegas se paró detrás del punta y Flores se echó más atrás, ligeramente delante de Borges, modificando del 4-3-2-1 de inicio a un 4-1-4-1, poco más ofensivo.
Y nada.
Ingresó Campbell por Lassiter, al 63’, a ver si con algún chispazo abría el cerrojo. Joel se colocó por izquierda, Díaz cambió de sector.
Y nada.
Tras lesionarse Dylan, al 75’, González se la jugó el todo por el todo, con otro delantero nato, Moya, buscando vía aérea lo que no se pudo por bajo.
Y nada… ¡Al contrario!, más bien, Janga la tuvo de nuevo para batir a Navas, pero su disparo salió lamiendo el tubo derecho, providencialmente desviado por Waston, y luego Keylor le bloqueó tiro a quemarropa a Van Kessel.
El juego no podía terminar de otra forma que como sucedió: bajo una silbatina en «La Catedral». Sobre la «Sele» se ciernen grises nubarrones.