Baldazos

Mucho cuidado con los chismes sobre amaño

Si se sabe de algo anómalo, lo correcto es denunciarlo. Presentar pruebas o bien pedir una investigación oficial, pero con base en hechos que justifiquen la indagatoria.

Lo que no se vale es deteriorar la imagen de otros al calor de una «chimazón» coyuntural, como una derrota, goleada, eliminación o todas las anteriores por medio de frases a medias que se tiran por la ladera.

Esas insinuaciones ruedan, se agrandan conforme bajan, llegan a oídos malintencionados y adquieren dimensiones de avalancha cuando se reproducen y multiplican en las redes (anti) sociales.

Dar a entender que sin importar lo que yo haga, de por sí todo está arreglado, que si yo anotaba tanto aquí, de por sí allá anotarían más, es muy grave como para tirarlo así no más, al estilo chisme.

Aunque no se diga abiertamente, con señalamientos directos, la semilla de la duda quedará sembrada, germinará y crecerá en la forma de una inquietud colectiva: ¿está amañada la competencia?

Si ya habían trascendido supuestos chascarrillos emitidos en grupos cerrados de amigos (que resultaron no ser tan cerrados… y no ser tan amigos), el caldo de cultivo para las sospechas estará más que abonado. ¡Y sin pruebas!

Luego, no faltará quien publique una foto vieja, fuera de contexto, con los presuntos corruptores y los supuestos corrompidos abrazados, con el fin de erosionarles la imagen, pero llevándose en banda al entorno en sí, al medio como un todo. ¡Y todo lo anterior sin pruebas!

La paranoia hasta podría llevar a quien la padece a prescindir de una ficha importante en su ajedrez por temor a que esté comprada por el rival de turno. Así, hasta termina afectándose él solito.

Entonces, al final, si no hay pruebas de por medio, lo mejor es decir algo como «fueron mejores que nosotros en la cancha». Tantán.

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