Baldazos

Jonathan McDonald: Tras de poco tolerado, le cuesta controlarse

Alajuelense solicitaría una reunión con la Comisión de Arbitraje tras el partido que perdió 3 a 2 ante Herediano, según dijo su presidente Fernando Ocampo en los micrófonos de Columbia.

Específicamente, Ocampo aseguró haber visto un claro penal contra Allen Guevara dentro del área florense, y además querría analizar cómo se dio la expulsión de su ariete, Jonathan McDonald, en tiempo de reposición de la primera parte.

A juicio del jerarca y del capitán erizo, José Salvatierra, el reclamo de McDonald hacia Henry Bejarano fue como muchos otros se produjeron dentro del partido, tanto de manudos como de florenses.

¿Hay persecución contra McDonald? Solo los protagonistas y los más cercanos saben a ciencia cierta qué le dijo, pero por las tomas de televisión no parece haber proferido alguna vulgaridad. Sin embargo, al «Mac» pareciera quedarle bien el dicho «crea fama y échate a dormir». 

Tras las artes marciales mixtas contra «La Flecha» Barbosa, años atrás, la agresión en una final contra David Guzmán y el inolvidable «McZapatazo» contra Andrés Imperiale, entre muchas otras grescas, ya a pocos les extraña que el corajudo delantero se tenga que ir a bañar antes de tiempo en un partido importante. 

El meollo del asunto es que los árbitros parecen haberle perdido la paciencia. Con él, tienen la mecha de la tolerancia más corta que con otros. Para algunos, se lo ha ganado. Para otros, el pasado no debe interferir con la valoración presente. Lo cierto, es que el goleador sufre una especie de «derecho de piso», pero al revés: En lugar de haberse ganado un respeto, McDonald parece haberlo perdido y se le juzga con más firmeza. Salta a la cancha con una especie de «libertad condicional futbolística», con una tarjeta roja levitándole sobre la cabeza durante los 90 minutos. Sin entrar a determinar si está bien o mal, lo cierto es que, sabiendo que así es, y nada de caritas, ¡debería ser más prudente a la hora de dirigirse al árbitro! Este sábado, posiblemente, los planes liguistas de salir con una victoria del Rosabal Cordero cayeron por la borda a raíz de la expulsión. Pero, bueno, vamos a otra cosa…

La Liga no pidió reunirse con la Comisión de Arbitraje cuando su equipo ganó el clásico sobre el Saprissa, en medio de fuertes reclamos de los morados.

Aquella vez, ahogado de cólera, don Carlos Watson, DT del «Monstruo» no pudo o no quiso dar declaraciones en conferencia de prensa, descompuesto como pocas veces se la ha visto. Alguien de su equipo hasta quebró de un patadón la puerta del médico liguista, y el jerarca de la «S», don Juan Carlos Rojas, comenzó a repetir en diferentes medios que había persecusión contra su delantero Jerry Bengtson, expulsado aquel día y suspendido, antes, por supuesto «piscinazo».

Pero ninguno de ellos reconoció las veces que Saprissa fue favorecida por terribles arbitrajes en partidos anteriores, un clásico de nefasto accionar de Juan Gabriel Calderón, que perdonó de al menos dos penales en contra a los tibaseños, y el tristemente recordado duelo de cuadrangular ante Herediano, donde quien se tragó el pito fue Walter Quesada.

Cartaginés reclama por graves errores arbitrales en los partidos ante Carmelita, Pérez Zeledón, Grecia y Saprissa, al tiempo que Pérez Zeledón se sintió lastimado la temporada anterior, al punto que hasta podría decirse que fue por culpa de gruesas equivocaciones arbitrales que los guerreros fueron eliminados. Limón se ha quejado y… ¿quién no lo ha hecho? Posiblemente la excepción que confirma la regla sea Johnny Chaves, estratega del Santos, una especie de «Demasiado Honesto» del fútbol, que llega al límite inusitado de reconocer hasta cuando a su equipo le favorece la Diosa Fortuna («Tuvimos suerte, porque Olimpia nos perdonó al comienzo del partido», aceptó en la conferencia de prensa tras ganar en Honduras la ida de la Liga Concacaf, ante el asombro de tirios y troyanos).

En el país de «la chupeta» (burla de Medford contra los llorones, incluído él mismo), a Chaves su formación holandesa lo convierte en un oasis de prudencia.

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