La conmovedora reflexión de un médico de la Caja este Jueves Santo
«Conforme pasan los días, se siente la calidez de Semana Santa y una tras otra van quedando en las noticias las imágenes de pérdidas humanas, silenciosas en el papel pero trágicas en el alma», dice parte del texto del doctor Marco Vinicio Boza, uno de los voceros de la Caja Costarricense de Seguro Social para asuntos relacionados con la pandemia de Covid-19.
Boza es internista e intensivista. Ha sido uno de los rotros más visibles para hablarle a la población sobre cómo combatir el virus.
Este es el texto completo que publicamos con autorización del médico:
Jueves 9 de abril, año 2020
«Es el año del coronavirus. Un año muy diferente y muy exigente. Un año que nos está obligando a replantear la forma en que vivimos, las cosas que hacemos y las cosas que queremos hacer. Un año en el que cada quien tiene que decidir si elige vivir con valentía y con compasión, o si sucumbe al miedo y al egoísmo individual.
«Conforme pasan los días, se siente la calidez de Semana Santa y una tras otra van quedando en las noticias las imágenes de pérdidas humanas, silenciosas en el papel pero trágicas en el alma.
«Es la pasión y la muerte vivida con absoluta realidad en el seno de muchas familias. No importa bajo qué denominación se agrupen; el dolor, la tragedia, la cruel separación, les une a todos como factor común en una sola Vía Dolorosa.
«Y este virus inclemente ni siquiera es un ser vivo dotado de alma o de volición. Grasoso paquete que envuelve un trozo de código genético, calladito cual ladrón se mete a una célula y la esclaviza, convirtiéndola en fábrica de nuevos virus, copias fieles o casi fieles del intruso original. Y son legión, legión estúpida, como todo mal.
«A la orilla de las tumbas, los sobrevivientes se descubren confundidos y conmovidos: para ellos la vida sigue y sigue animándoles a seguir, a no aflojar, a seguir adelante aprendiendo a amar. Aquello fue tan solo una fiebre transitoria, un cuadro de tos, un dejar de olfatear y de degustar. Ha sido el silencio de los sentidos, que ya volverá.
«En este Jueves de Pasión, mi respeto y mi oración para todos aquellos que, cerrando ciclo, se han despedido de los amaneceres primaverales y del abrazo corporal. ¡Que Dios les bendiga!
«Y para los que seguimos nuestra ruta terrestre, ¡ánimo!, que no por nada la semilla abraza la oscuridad y se convierte en roble.
Carpe diem».