La Liga se alimentó de la presión y no se dejó comer por ella
Una fuerte presión no siempre es mala. En grupos ganadores, suele tener un efecto positivo.
En épocas prepandémicas, con estadio lleno, una buena silbada les servía a los jugadores de equipo grande de acicate. De espuela para levantar nivel , instándoles a meter más «pata», a sacar fuerzas de flaqueza, a correr la milla extra. A derramar la última gota de sudor y, de ser necesario, de sangre.
En épocas pandémicas, la presión del abucheo presencial se mudó a las arácnidas redes sociales, esas que envuelven a los débiles de carácter, pero que sacan el espíritu combativo de los triunfadores, deseosos y en capacidad de callar hocicos (los de las «arañas» del teclado).
Alajuelense llevaba años sucumbiendo ante la presión. Cuando más se esperaba, menos dio. Tarde, como en la salida de Pineda, o en otras más temprano, siempre se calló para desconsuelo de su fiel hinchada, harta de ver fantasmillas del 29 en drones.
Entonces, después de la derrota ante Guadalupe, de local, se vino una semana de presión atípica, con la olla a punto de reventar el tapón, y más cuando circuló la famosa foto del gerente Agustín Lleida con Alexandre Guimaraes. Algunos hasta se atrevieron a decir que la cabeza del DT Andrés Carevic ya había rodado.
Que si llegaba «Guima», que si el «Machillo» Ramírez, que si Géiner Segura. La Liga fue una caldera en ebullición y esta vez sí, ¡esta vez sí!, supo canalizarlo como se debe: en la cancha.
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Esta vez, la Liga no quedó aplastada por la presión, sino que la procesó y la mutó en combustible motivacional para afrontar a su némesis actual, Herediano. Para colmos, un Jafet Soto con el «shot» de tóxico siempre a la mano, adelantó la alineación alajuelense, como respaldando las palabras del guadalupano José Luis Cordero, quien aseguró que Carevic es predecible.
Pero esta vez, esta vez la Liga no sucumbió. Esta vez jugó futbol, de poder a poder, metió «pata», apretó dientes, se paró firme, anotó dos goles, los defendió con uñas y dientes, como a su técnico, y Carevic salió con las venas hinchadas en sienes y cuello, con los ojos echando chispas y el puño pétreo. La Liga ganó y ganó bien. Soto chocó codos con Carevic, reconociendo la derrota en buena lid. Andrés le devolvió el saludo sin dramas, aceptando que su rival tiene un estilo diferente al suyo, sin resentírselo.
Ojo con esta Liga. Ahora tiene a Bryan Ruiz, el capitán de la gesta en Brasil 2014. Él es de los que desayuna, almuerza y cena presión. Y se levanta en la madrugada para comerse otra porcioncita. Le gusta. Y también a Saborío. Con ellos, ¿se están regenerando las fibras más ganadoras de los Moreira, Machado, Cubero, Moya, Flores y Salvatierra? Con ellos, ¿será que les extirpan los traumas a los más «chamacos», los Yurguens, Alfaro, Barlon, Martínez, Zabala, los Mora?
Alajuelense soportó una de las semanas más tremendas de los últimos tiempos. ¿Volvió la Liga de antes, la que se alimentaba de la presión y no se dejaba comer por ella? Es prematuro. Lo cierto es que los equipos grandes deberían ser así, no solo inmunes a la presión, sino alimentarse por ella.