El Colegio de Profesionales en Nutrición pide precaución frente a la oferta de comidas, muchas extraordinarias, de fin y principio de año.
Los expertos señalan que emociones como la ansiedad, frustración o alegría, propias de la fecha, pueden jugar una mala pasada en la alimentación, pues las personas pueden presentar hambre emocional en lugar de hambre fisiológica, especialmente tras un año atípico como el 2020.
La situación representa una fuerte amenaza, principalmente para aquellas personas con alguna condición crónica, según explica la doctora Georlenny Salazar.
Agrega que el hambre y la saciedad son señales fisiológicas que nos avisan cuándo empezar a comer y cuándo parar. El problema surge cuando estas señales fisiológicas empiezan a ser sustituidas por otras, que poco tienen que ver con lo que nuestro organismo realmente necesita, y sí, con nuestro estado de ánimo.
La Doctora Salazar recomienda buscar alimentos saludables y buscar un especialista médico en caso de que el hambre quiera salirse de control.
Si siente la necesidad de comer, aunque no sienta hambre fisiológica y si después de ese ataque de hambre emocional se siente culpable, preste mucha atención porque son algunas características de esta condición.
