El híbrido de los mundiales 90 y 2002 tampoco dio resultado
El seleccionador costarricense, Óscar Ramírez, escribió quizás el mejor libreto de su historia como estratega, una oda a la táctica que sus actores interpretaron casi a la perfección… Casi, porque al minuto 90 cayó el gol que le arruinó el desenlace en la última página.
El 2 a 0 fue consecuencia del adelantamiento de filas y la desmoralización.
En Italia, Bora Milutinovic se le plantó a Brasil con un sistema ultra defensivo, con cinco zagueros pegados al portero Gabelo Conejo: German Chavarría (central colocado de lateral derecho), Héctor Marchena, Róger Florez, Mauricio Montero y José Carlos Chavez; delante de ellos, Ronald González (central colocado de contención) y Róger “El Policía” Gómez; para intentar sostener un poco el balón, Óscar Ramírez y Juan Cayasso, y arriba, pero como un marcador más, Claudio Jara.
Aquello fue un bombardeo. Costa Rica prácticamente no pasó del medio campo. No hizo un solo tiro al arco. Y nunca vi a un portero recibir tantos balones hacia atrás de sus compañeros. Cuenta la leyenda que con base en ese partido, International Board cambió la regla de las devoluciones, sancionando con falta al arquero que recibiese con las manos.
Otra cosa que nunca había visto fue a un portero volar y arrancarles a tantos remates el sello de gol. Conejo estuvo grandioso.
Se perdió 1 a 0.
En Corea del Sur y Japón, fue a la inversa. Con un equipo muy talentoso, diferente al rudimientario de jugadores de semiprofesionales del 90, Alexandre Guimaraes planteó un sistema audaz, que le salió caro. En el tú a tú, ticos y brasileños tuvieron similar cantidad de ocasiones de gol, pero, como bien se sabe, los del Cono Sur no perdonan: Resultado 5 a 2.
Costa Rica no tuvo a un Gabelo Conejo y casi todas las llegadas canarinhas explotaron en los mecates. Los laterales, a diferencia de 12 años atrás, Harold Wallace y Carlos Castro, eran de características más ofensivas, y en ciertos tramos dejaron desamparados a los centrales Gilberto Martínez, Luis Marín y Mauricio Wright, mano a mano contra fieras como Ronaldo y Rivaldo.
Mauricio Solís fue el único volante de contención nato, con dos pasadores delante de él, Wilmer López y Walter Centeno, y arriba la artillería pesada, Paulo Wanchope y Ronald Gómez. El partido fue lindo, lleno de emociones y de goles, pero la osadía costarricense se pagó con la goleada.
24 años después de Italia, 12 años después de Corea y Japón, Óscar Ramírez volvió al ruedo, ahora como DT, e ideó un híbrido, ni tan defensivo como en el 90, ni tan ofensivo como en 2002; los laterales ni se estacionaron atrás ni se quedaron arriba, sino que fueron de ida y vuelta, tanto Gamboa como Oviedo; por lo tanto, los centrales Acosta, González y Duarte siempre fueron escudados, e incluso rompieron línea para topar algún brasileño que se librase de la marca de algún tapón, Celso o Guzmán.
Ramírez dejó a tres hombres arriba; Venegas le ayudó a Gamboa en la marca del peligroso y “clavadista” Neymar, Bryan Ruiz manejó los hilos, administrando los ritmos del juego con la bola en los pies (acelerar o frenar), con Marco Ureña arriba solo, marcando salida, a la espera de un buen pelotazo, relevado cuando Brasil encimó y Costa Rica requería más tenencia al frente, lo que le dio Christian Bolaños.
Pero no bastó. No fue suficiente. En la segunda parte, producto del ataque verdiamarillo, Costa Rica comenzó a parecerse más a la de Italia 90, resistió lo que pudo, parecia que podía salirse con la suya, pero…
Al minuto 90, cuando parecía lograrse, por fin, puntuar ante Brasil… Cayó el gol de Coutinho y como consecuencia de la anotación, por obligación de adelantarse, fatiga y presión, cayó el segundo. Además, los cambios de Oviedo y Guzmán, por aparente fatiga, despedazaron por completo la granítica zaga, porque el central Acosta tuvo que pasar al lado derecho, viéndose vulnerable ante la habilidad de Neymar, y por el otro lado ingresó Calvo, que no fue tan sólido como Oviedo, quien subió como extremo izquierdo. Tampoco Tejeda entró con la seguridad que había adquirido Guzmán, en la contención, luego de una inicial no tan convincente. En fin…
El de Italia de Bora sigue siendo el marcador menos malo contra los brasileños.