Francia vs. Costa Rica o Deschamps vs. Ramírez
En términos generales, Rusia 2018 ha sido un mundial maravilloso, desde una organización a pedir de boca hasta la proclamación del mejor equipo como campeón con toda justicia. Sí, Francia fue el mejor y punto.
En términos particulares, Rusia 2018 fue un torneo bastante malito para Costa Rica, por el resultado en sí y porque, ahora, después de lo acontecido, parece que no era del otro mundo sacar un mejor resultado que el paupérrimo lugar 29 de la copa, con un mísero puntillo.
Lo general
Francia fue el justo campeón y punto. Clasificó caminando en la primera fase, ganándoles a Australia y a Perú y empatando con Dinamarca cuando ya estaba clasificada. Tranquilamente, sin mayor apremio.
Luego, eliminó al –para muchos- mejor jugador del mundo, Lionel Messi, por más opaco que luzca con la selección argentina (4 a 3). En cuartos perforó a la mejor zaga, la uruguaya (2 a 0), y en semifinales fue invulnerable para la mejor ofensiva, la belga (1 a 0), para, finalmente, clavarle cuatro al equipo revelación, Croacia. ¡La clavó 4 a 2, con regalito de Hugo Lloris incluido cuando iban 4 a 1!
El penal concedido vía VAR fue penal y se acabó. Perisic sacó la mano más de la cuenta, en movimiento anti natural, que perfectamente pudo haber evitado si busca la bola con el brazo pegado al cuerpo, como estipula la técnica correcta. Eso en nada demerita la superioridad de un equipo francés que ganó seis de siete partidos y que nunca ni siquiera se fue a tiempos extra. Mucho menos a penales.
Aplausos para Didier Deschamps, un DT pragmático, que jugó sus cartas a la perfección, a veces sin dar mucho espectáculo para los románticos, pero siendo efectivo, aprovechando la mezcla de habilidad con velocidad y potencia de su magnífico plantel con tanta influencia africana.
Lo particular
Bajemos del olimpo al inframundo. Costa Rica fue todo lo contrario. Su técnico, Óscar Ramírez, se equivocó gravemente en los dos primeros partidos. La prueba fue el tercer encuentro, cuando, contra un rival superior a Serbia, Suiza, usó el sistema que debió aplicar desde el principio (ligeramente más ofensivo) y alineó jugadores con más sentido común (muy tarde, ya eliminados).
¿En cuál cabeza cabe que Johan Venegas, decepcionante en el Saprissa, es mejor que el ídolo y capitán de los morados, Daniel Colindres? En la del “Machillo”.
¿En cuál cabeza cabe que cualquier delantero del país o que con costos juega en Estados Unidos puede ser mejor que Joel Campbell, quien por algo lleva tantos años en Europa? Ya sabemos la respuesta. Ambos hicieron un partidazo contra los helvéticos.
¿En cuál cabeza cabe decir que “no debíamos volvernos locos” cuando se iba perdiendo contra Serbia? ¡Cómo diablos pudo decir eso! ¡Claro que había que volverse “loco”, porque ese partido era el clave, y había que quemar las naves e ir con todo, hasta con Kendall Waston de delantero si era del caso! Pero no. Se perdió con Serbia por excesivo conservadurismo (por no decirle cobardía). Ah, y Kendall le anotó a Suiza.
Contra Brasil, lo reconozco, sí valían todas las cautelas y meter el bus, porque abrirse significaba paliza. Pero, de nuevo, al final el técnico lo echó todo a perder cuando, al extenuarse Gamboa, no se atrevió a cambiar posición por posición e incluir a Ian Smith, lateral derecho. ¿Entonces para qué lo llevó?
Ramírez sacó a Gamboa y metió a Francisco Calvo. Así las cosas, lo que pudo ser un solo cambio, lateral por lateral, terminó en tres cambios: 1) Acosta pasó de central a carrilero derecho. 2) Calvo entró de central izquierdo. 3) Duarte cambió de central izquierdo a central derecho. Resultado: Se resquebrajó la zaga, que había estado monolítica, y Brasil anotó dos goles en tiempo de descuento.
Contra Suiza, el clásico “ya pa’ qué”.
Así se explican las realidades de Francia vs. Costa Rica y de Deschamps vs. “El Machillo”.