Fútbol Nacional
Jorge Barbosa: De sobrevivir en una favela de Río de Janeiro, a asentarse en Costa Rica

Jorge Barbosa se crió en un favela en Río de Janeiro, perdió a su madre a los 8 años, trabajó vendiendo verduras a partir de los 10 y unos años más tarde llegó a Costa Rica por ‘accidente’, sin pensar que acabaría por asentarse en el país, probablemente para toda la vida.
Jorge ‘la ‘flecha’ Barbosa se crió en la favela ‘Vila Kennedy’, un precario violento con armas sobre los techos de las casas y droga en cada esquina, ubicado al este de Río de Janeiro, Brasil.
Perdió a su madre a los 8 años, pero a la fecha desconoce a ciencia cierta el motivo. Solo recuerda que trabajaba como enfermera y partía cada mañana vestida de blanco, hasta que un día no llegó.
Labró su infancia junto a sus seis hermanos en una pequeña casa en Vila Kennedy, sostenida por su abuela, empleada doméstica, encargada de velar por todos los muchachos y de llevar el alimento a sus estómagos.
«Hay muchas cosas que en Costa Rica no veo, porque yo puedo subir a la León XIII y a Los Cuadros de Guadalupe y no veo las personas del precario armadas; sí hay drogas y sí hay armas, pero las personas no van armadas por el precario; en Brasil sí se ve, en un precario usted ve la gente armada», cuenta.
«No estoy diciendo que andan con una simple pistola, es gente armada con un tipo de arma y una munición que le dispara a 15 personas. Los precarios de Costa Rica en comparación a los de Brasil son muy diferentes», agregó.
Desde niño, a los 10 años, Barbosa empezó a trabajar en la feria. Vendía verduras y chayotes durante largas horas, jugaba fútbol en otras.
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También lo hacían sus hermanos, y entre todos se las ingeniaron para salir adelante, cuando su abuela falleció, siendo él un adolescente de 16 años.
El futbolista confiesa que nunca le llamaron la atención las drogas y menos las armas. Se mantuvo al margen en un contexto complejo, en el que uno de sus hermanos acabó dos veces en la cárcel, pero su pudo reponer con los años.
La flecha creció con el balón en los pies en el equipo de Campo Grande de Río de Janeiro. Jugaba un partido amistoso cuando de repente se le acercó el entrenador Luis Fernandez Texeira y le preguntó si quería venir a Costa Rica.
Texeira viajó a Brasil para firmar a un futbolista en específico, que de último momento optó por rechazar la oferta.
De pronto, Texeira se encontró con Barbosa, le gustó su rendimiento en el fogueo y le preguntó si quería reforzar su equipo, Pérez Zeledón.
El jugador aceptó y así empezó su andadura en el país, envuelta por muchas dificultades de inicio, cuando sufrió una lesión en su primer mes con el equipo y luego se encontró con que despidieron a Texeira, el estratega que lo trajo al plantel.
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Con su reemplazo en el banco, Johnny Chaves, no tuvo química y confiesa que estuvo a punto de darse de golpes después de un entrenamiento, luego de sentir que el entrenador lo ofendió durante la práctica.
Partió a San Carlos, pero nuevamente se lesionó. Esto lo llevó al equipo de Osa, en donde empezó su verdadera consolidación en el fútbol tico.
El brasileño vistió las camisetas de 11 equipos distintos en Costa Rica, en cuenta dos grandes, Herediano y Cartaginés.
Dice que el fútbol no le dejó plata, aunque reconoce que fue en Brujas y Puntarenas en los clubes que más dinero ganó.
Tras su retiro, Barbosa optó por continuar su vida en Costa Rica. Se casó con una brasileña, luego se divorció y posteriormente vivió durante ocho años con una tica. Se separó nuevamente y ahora tiene otra relación de noviazgo.
Aunque después del retiro pensó en devolverse a Brasil, afirma que le encanta nuestro país y, en medio de las dificultades que ha tenido que sobrellevar en su vida, es optimista y disfruta cada momento.
A pesar de que no nació acá, el fútbol le ha permitido explorar cada rincón y admite que conoce el país mejor que muchos costarricenses.
Quizás, le queda la ‘espinita’ de no haber podido saltar a México, cuando Hernán Medford le había ofrecido llevárselo al León.
Justo en el momento en que partiría a suelo azteca, cesaron a Medford de su cargo, y Barbosa perdió la posibilidad de jugar en una liga de otro calibre, mejor remunerada que la costarricense.
Es una simple anécdota. Barbosa no se queja.
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Hoy en día, se mantiene trabajando en tres escuelas de fútbol distintas, una de su excompañero Daniel Cambronero.
Le gusta pensar que es un nómada. Hasta hace poco tiempo vivía en Puntarenas, su lugar favorito en el país, pero la pandemia y las posibilidades laborales lo trajeron de vuelta al Valle Central.
A pesar de todo, disfruta su vida y mantiene contacto con sus hermanos y sus 17 sobrinos en Brasil, en cuenta el que salió de la cárcel y se hizo cristiano.
En la actualidad cursa la licencia de entrenador.
Es la historia de la ‘Flecha’, el brasileño que se asentó en Costa Rica.
«A mí me gusta, me encanta Costa Rica. Los ticos a veces piensan que no tienen un gran país, pero sí lo es», concluyó Barbosa.