La maldición de Horacio Esquivel
El trabajo que hace el técnico de Limón FC es encomiable, para hincharse las manos aplaudiéndole. Con recursos limitados, en cuatro certámenes que lleva dirigidos Horacio Esquivel, se ha clasificado dos veces a la cuadrangular final.
La primera vez, en el Invierno 2015, en un cierre de infarto sacó de la postemporada al Cartaginés y al torneo siguiente, Verano 2016, sufrió una amplia desbandada: Dexter Lewis, Christian Rivas, Allan Duarte, Esteban Maitland, Diego Díaz, Erick Scott, Jossimar Pemberton y Mayron George, ¡ocho titulares dejaron las tiendas verdiblancas! Pero don Horacio se las ingenió para navegar por las tranquilas aguas de la media tabla, sin peligro de descenso, mientras reestructuraba la nave para nuevas travesías hacia la parte alta.
Así, en el Invierno 2016, con las limitaciones presupuestarias de siempre, disputó clasificación y se quedó a las puertas, a solo tres puntos del ansiado boleto, mismo que conquistó este verano, con nuevos valores y el regreso triunfal de Dexter Lewis, Erick Scott y la acertada adquisición de los hermanos Marín, Erick y Miguel.
Entre las nuevas figuras que descollaron este semestre sobresalen Michael Barrantes y Shane Brown, y ya habían llamado la atención Greivin Méndez, Marvin Esquivel, Johnny Gordon y Devon Green. Por si fuera poco, el DT descubrió en torneos regionales limonenses a dos delanteros de edad avanzada, Yuaicell Wright y Steven Williams, quienes ha sido de suma utilidad como típicos nueves, pivotes asociados con Scott.
Hasta aquí, todo bien, miel sobre hojuelas, aplausos para don Horacio. Punto y aparte.
Por eso, de alguna forma sorprenden las declaraciones de Esquivel emitidas este miércoles, tras la victoria sobre Santos que mantiene con vida a Limón. «No ha terminado el campeonato y ya a Greivin Méndez y a Michael Barrantes me les llenaron la cabeza de humo (…) Yo los conozco, ellos necesitan todavía mucho trabajo táctico. Entonces, ellos van a esos equipos y los prestan y al tiempo luego regresan (…) Ya hay equipos que me están manoseando los jugadores y no se vale, porque Limón es un equipo modesto y vivimos formando jugadores para que el equipo esté bien».
Don Horacio, ¡justamente en eso consiste dirigir a Limón o a cualquier otro equipo no tradicional! De alguna forma se parece al mito de Sísifo, cuya maldición consistía en empujar cuesta arriba una piedra enorme (en este caso, la escasez económica), por una ladera empinada (el campeonato) y siempre se aproximaba a la cima (la clasificación), pero antes de alcanzar la cumbre (el título) la roca rodaba hacia abajo (la desbandada de jugadores) y tenía que comenzar de nuevo. Señor Esquivel, ¡por eso su trabajo ha sido tan bien calificado por tirios y troyanos!, porque logra pulir una nueva piedra y llevarla bastante alto… pero no lo suficiente para destronar a los de siempre. Bienvenido a la Primera División de Costa Rica.