Martín Arriola: “hay que trabajar más en las fuerzas básicas para evitar cambiar tantos jugadores cada semestre”
Le ocurrió a Limón F.C. al final de cada torneo corto y se ha venido repitiendo en Jicaral Sercoba que debe cumplir con el rito de cambiar a casi todo su plantel titular cada vez que concluyen los certámenes de Apertura o Clausura.
Los equipos denominados pequeños y que tienen sus sedes lejanas de la capital y del Gran Área Metropolitana (GAM), son lo que más sufren para armar planteles a largo plazo.
Primero. Para conformar un equipo con una columna vertebral competitiva deben esperar que los demás clubes cercanos al Valle Central armen primero sus planteles y definan los jugadores quienes quedan sin trabajo.
Segundo. Muchas veces cuando ya se tiene casi contratado o palabreado un jugador o va de camino al club lejano, de pronto llama para decir que ya lo llamaron de otro equipo y deciden devolverse y cortar su palabra dada.
Tercero. En otras oportunidades futbolistas que arribaron a estos equipos como Jicaral y en su momento Limón, suben su nivel, de inmediato los pretenden los oncenos de mayor capacidad económica y se marchan.
Así este tipo de equipos deben esperar que se definan las primeras, segundas y hasta terceras oleadas de contrataciones, antes de poder lanzar sus redes pescadoras.
Obvio que después de cada oleada de contratos la calidad de los futbolistas que van quedando es de inferior condición, por lo que tienen que tomar decisiones de llevarlos o dejarlos para enfocarse mejor en sus propias fuerzas básicas.
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Arriola recomienda centrarse en desarrollar las ligas menores.
“Sin querer entrar en excusas porque se trata de una problemática que nosotros la tenemos bien clara y que se tiene como un hecho siempre, pero no hay duda que cuando vos querés hacer un conjunto, sobre todo en fútbol donde se tienen que juntar muchísimas cosas, para poder hacer que un equipo camine no es una tarea sencilla”, analizó Marín Arriola exdirector técnico de Jicaral Sercoba.
Hay que hacer modificaciones sustanciales cada seis meses, en Jicaral Sercoba se vivió siempre ese inconveniente, es una problemática que tienen estos clubes (lejanos), cuya solución es en parte desarrollando mucho más la formación propia de jugadores para que todo este tipo de situaciones sean mucho más estables”, ratificó Arriola.
¿Cuál es la solución o la recomendación a tomar en cuenta? La respuesta es de perogrullo. Sin embargo, hay un gran “pero”, la gran mayoría de clubes no tienen centros de entrenamiento para desarrollar proyectos duraderos y exitosos de ligas menores.
Para colmo de males no existe contenido económico para pagar entrenadores de verdadero nivel, formadores, actualizados y que se puedan mantener al día de los cambios en el mundo del fútbol.
En forma histórica las ligas menores de clubes alejados del Valle Central fueron organizadas, dirigidas y financiadas por comités de padres de familia, ad honoren, que con base en rifas y la administración de la sodita del estadio lograban captar pobres ingresos para pagar los gastos.
Ya de por sí es un enorme sangrado económico para cada uno de estos equipos, tener que participar por reglamento en los torneos nacionales de la menores por el pago de autobuses, viáticos y gastos generales que representan los largos viajes de este tipo.
Por ello, siempre se les recarga a los padres de familia los gastos de alimentación y similares, que requieren los jóvenes futbolistas quienes participan en los certámenes Sub11, Sub13, Sub15, Sub17 y Sub20.
Esto aplica para los equipos de la Liga de Ascenso y Linafa. Lo mismo que las organizaciones que poseen equipos de fútbol femenino de primera división.