«No recibo salario hace dos meses», confiesa Montero, quien salió de la Liga para asumir a Marineros, pero unos días después de su presentación, al club le quitaron la licencia y quedó en el limbo. Hoy, en medio de la incertidumbre y a tres años de pensionarse, el ídolo erizo mantiene la calma; sale a caminar con su esposa, no se pierde la Copa América y, desde ya, busca un plan B para su futuro. Ver a su nieto cerca del primer equipo le ilusiona.
Hace dos meses que Mauricio Montero no recibe un salario y, por el momento, aguarda paciente en su casa, a la espera de que se resuelva el caso de Marineros, el club porteño que lo contrató para guiar su proyecto deportivo.
El equipo de la Liga de Ascenso presentó al ídolo rojinegro con bombos y platillos, pero unos días más tarde le suspendieron la licencia para competir. Hoy, el ‘chunche’ aguarda esperanzado a que el caso se resuelva pronto.
Ya todos los equipos de la Liga de Ascenso tienen entrenador, lo que limita sus posibilidades. En su casa en Grecia, mientras mira los partidos de la Copa América y la Eurocopa, el técnico empieza a meditar un plan ‘B’.
No ha sido una etapa sencilla para Montero, que a tres años de pensionarse, optó por salir de la Liga, en donde ganó todos los títulos posibles de liga menor; cinco en alto rendimiento, cuatro en Sub-17 y dos en Sub-15.
Fue campeón con Óscar Ramírez como auxiliar y luego dirigió al equipo manudo en la Liga de Ascenso (11 de Abril y Escazuceña), con clasificaciones a semifinales, a pesar de dirigir planteles novatos, con futbolistas de las fuerzas básicas.
«Es un reto bonito, todavía no se sabe si está o no está, pero con muchas expectativas y esperar que va a pasar. Claro que uno tiene que buscar un plan B, tiene que pensar qué pasaría si le dicen que no», explicó ‘Chunche’.
«La tensión ha estado ahí, la tensión de estar en la casa. Yo tengo dos meses sin recibir salario», confiesa.
Describe su momento actual como «difícil», pues durante muchos años tuvo el respaldo de la Liga detrás suyo, pero decidió ‘tirarse al agua’ para afrontar el reto en Segunda y, sin imaginarlo, su espera se largó más de lo esperado.
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Salida en silencio. De Alajuelense partió en silencio y, a estas alturas, mantiene su posición. Da la impresión de que algo sucedió entre telones que lo impulsó a dejar el equipo de su vida, pero él prefiere emitir cualquier detalle.
«Yo creo que de donde uno sale siempre tiene que dejar la puerta abierta. Hay momentos en los que uno piensa que si esto me hubiera pasado hace 15 años, habría tomado otra decisión porque yo siempre he dicho las cosas, pero la experiencia y el tiempo, lo que uno vive, lo hace meditar y callar», explicó.
Se siente orgulloso de sus logros.
Cree, además, que nunca vivió de su papel de ídolo, pues los títulos alcanzados en liga menor y los futbolistas que pasaron por sus equipos y luego subieron a la Primera son su carta de presentación.
«A mí la gente donde quiera que me mueva me dice que soy un ícono de la Liga, pero nunca me he sentido así, ni que tenga un privilegio», afirma.
A la espera de que se resuelva el caso de Marineros, que ya está en el Comité de Alzada de la Fedefútbol y podría tener una resolución pronto, Mauricio vive sus días entre el fútbol, el ejercicio y su familia.
Le gusta madrugar todos los días para salir a caminar con su esposa.
También anda en bicicleta. Ya tiene una ruta por las montañas de Grecia que le entusiasma y que frecuenta los fines de semana.
Durante el resto del día, le gusta mirar los partidos de la Copa América y la Eurocopa pero desde otra óptica. Observa detalles tácticos y aprende conceptos para luego aplicarlos cuando regrese a los banquillos.
Confiesa que no es sencillo perder la estabilidad. Dice que el fútbol le permitió construir su casa y tener un carro, pero necesita trabajar.
«Yo estuve en una época en la que no se ganaba mucho, pero tengo mi casa y mi carro. Vivo bien, en estos dos meses ha sido difícil, pero la he estado pellejeando, pero no puedo quedarme sin trabajar esperando la pensión, no se puede. Sino sale lo de Marineros tengo que buscar que hacer para buscar la comida», explicó Montero a ‘Columbia’.
De no concretarse lo de Marineros, es probable que regrese a las ventas, una etapa que ya vivió durante siete años, cuando trabajó en la empresa Pipasa.
Esperaría que sea algo momentáneo, pues le apasiona el fútbol y siente que el aprendizaje adquirido le permitiría desarrollar un proceso exitoso.
En este momento, Montero vive una etapa difícil, de la que espera salir pronto para volver a las canchas.
Sin embargo, le ilusiona saber que su nieto, Josimar Gómez, hará la pretemporada con el primer equipo de Alajuelense.
También defensor central, Gómez de 17 años fue subido a la escuadra principal y hará la pretemporada con el equipo de Andrés Carevic.
«Lo mejor que tiene es el pase, la salida, tiene muy buena técnica y es muy vivo para jugar, sabe leer el juego. Ahora debe buscar la excelencia», afirma Montero, sobre el futbolista que dirigió cuando comandaba Escazuceña.
Contrario a lo que piensa la mayoría, Montero sostiene que llevar un apellido pesado es una carga grande y, en ocasiones, se le exige más al futbolista.
Lo cierto es que llegó el turno del juvenil, mientras su abuelo espera con calma una nueva etapa que le permita regresar al fútbol.
