¡No »jodan» a la gente de Sol Popular!, sin detener primero el abuso en palcos VIP
El balón deja de rodar. El cemento (que no “cementazo”) de las gradas deja de vibrar al son del apoyo popular y la afición invade la cancha vial para alzar la voz. El partido se detiene.
A la mayoría que menos tiene se le trata de hacer un gol doloroso y el pueblo, como un multitudinario Keylor Navas de cientos de miles brazos, se lanza para desviar, en el puro ángulo, ese penal injusto disparado, para colmos, por un “paquetazo” (fiscal).
Ese gol debe caer. Pero en el momento justo, después de detener el abuso en los palcos VIP. Ese abuso que indigesta, que revuelve la panza, que taladra el hígado, que indigna.
¿Por qué demonios hay pensionados de lujo, con inmorales dividendos para los cuales nunca cotizaron lo suficiente?
¿Por qué diablos lo pagamos los asalariados comunes y corrientes en forma de impuestos, los que ya existen y, para colmos, nos quieren seguir atornillando?
¡Cómo diantres esperan que la gente de la gradería popular no se enfurezca, cuando le arrancan la poca platilla que tiene del bolsillo mientras una señorona de palco se come un lechón entero, con todo y manzana en el hocico, bajándoselo con un vino de 150 años, gracias a su pensión multimillonaria a la que, encima, agrega la pensión -también indecente- de su cónyuge muerto no sé cuántos años antes!
La invasión a la cancha, la detención del partido, está más que justificada.
Rodeado de meseros y lambiscones, ahí está el empresario que evade impuestos, degustando caviar… ¡Frénenlo, embárguenlo!
¡Sáquenle tarjeta roja a los salarios asquerosos en el sector público, esos de ocho dígitos para arriba que no tienen razón de ser!
Y si los “arbitrillos”, los jueces del partido, se quieren oponer, porque, ¡claro!, ellos mismos son beneficiados en sus Olimpos de dinero, opulentos en sus puestazos, bien sentadotes en sus salas (¿cuartas?), hagan saber que lo más inconstitucional de las inconstitucionalidades debería ser que haya ticos de diferentes categorías, separados por privilegios aberrantes, sin razón de ser.
Y ni hablar del doctor que se hace el “maje”, viendo para el ciprés, porque bien sabe que no da facturas…
¡Cómo no se va a enojar la afición!
Si primero dieran el ejemplo con los tagarotes VIP, derrumbando trabas a la brava, como tiene que ser, con los pantalones bien puesticos, ¡que para eso fueron elegidos!, entonces, sí, pueden proseguir, y el pueblo de Sol comprenderá que también debe poner su parte, pero la justa, la que le corresponde: Un gol en buena lid.
¿Entendieron? ¡No »jodan» a la gente de Sol Popular!, sin detener primero el abuso en palcos VIP.
* Columna de opinión, a título personal del periodista. No refleja necesariamente la posición de Cadena de Emisoras Columbia ni de sus afiliados.