Ningún joven de las fuerzas básicas rojinegras, hecho en la Liga, ha vuelto a salir al exterior. Dentro de un proyecto sólido y serio, es necesario que Alajuelense dé el siguiente paso: Colocar a un juvenil de la casa en el fútbol internacional y sobre todo, que se consolide.
Es comprensible que al fanático promedio le parezca poco relevante que el equipo venda a un futbolista del club. Quizás, hasta un buen número de la feligresía manuda prefiera que sus mejores talentos jóvenes se queden en el equipo.
¿Para qué vender si la institución es cada vez más competitiva? Se preguntarán algunos aficionados.
Si usted es rojinegro y lee esta columna, no pretendo convencerlo con mis argumentos, pero me bastaría con que reflexione por unos segundos, a partir de lo que considero una deuda pendiente de la actual gestión rojinegra.
Y para empezar, basta con decir que desde que Rónald Matarrita partió de Alajuelense en el 2016 (hace casi cinco años), el club no consigue colocar a ningún futbolista joven de sus fuerzas básicas en el balompié internacional.
Claro está que vendió a Ariel Lassiter, tico-estaounidense que había firmado con la Liga, tras hacer toda su carrera en el fútbol norteamericano. O a Marco Ureña, que ya siendo un veterano, partió de nuevo afuera.
También colocó a Jonathan Moya en Corea del Sur.
Sin embargo, ningún joven de la cantera, hecho en la Liga, ha vuelto a salir al exterior y menos aún ha podido afianzarse.
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En medio de un proyecto serio, con bases sólidas y la mejor infraestructura deportiva del país, es necesario que Alajuelense dé el siguiente paso: Colocar a un juvenil de la casa en el fútbol internacional.
¿Por qué? Hay dos razones fundamentales.
1. Hoy en día, la rentabilidad de los equipos profesionales depende, de sobre manera, de la exportación de futbolistas. La Liga no es la excepción, los recursos frescos harán que potencie y fortalezca su proyecto deportivo.
2. Que un prospecto de sepa eriza brinque al exterior, le permitirá al equipo confirmar que lo hecho hasta el día de hoy, va por buen camino.
Es decir, que el evidente progreso de las fuerzas básicas está alcanzando para exportar jugadores que sí dan la talla en Europa, o al menos la MLS.
Y, por el contrario, si los juveniles parten y se regresan rápido, quiere decir que la Liga podrá detectar qué está pasando y empezar a corregir.
En cualquier circunstancia es un ganar-ganar para el equipo manudo.
Por último, el aporte de Alajuelense y de Saprissa es esencial para el crecimiento de las selecciones nacionales. Son los equipos con más recursos, vitrina y afición y, por lo tanto, los que tienen más posibilidad de exportar.
Entre más futbolistas salgan del país y se consoliden, se incrementarán las posibilidades de que la ‘Sele’ Mayor crezca y brinde mejores resultados.
Quizás, el otro desafío para la Liga y, en este caso para el gerente deportivo Agustín Lleida, es que sus ‘cachorros’ consigan dar el salto en edades tempranas, todo un reto, en general, para Costa Rica.
Alajuelense necesita recuperar la reputación de equipo exportador y esto solo se logra cuando el joven se afianza afuera.
Como lo hicieron en el pasado Bryan Ruiz y Giancarlo González, por ejemplo.
Es el turno de la nueva generación, le tocará demostrar que sí está preparada para los grandes escenarios.
José Pablo Alfaro: Periodista y editor web de Deportivas Columbia con más de 11 años de trayectoria en medios de comunicación. Laboró en ADN Radio, el periódico Al Día y la sección ‘Puro Deporte’ de ‘La Nación’. Fue corresponsal de ESPN Deportes Radio para Costa Rica durante nueve años. Bachiller en periodismo, con un diplomado en periodismo deportivo y una especialidad en metodología de fútbol base en MBP School of Coaches. Mención honorífica en premio a periodista del año en ‘La Nación’ en 2017. Premio Internacional ‘Pasaporte Abierto’ en categoría Originalidad’.
