Fútbol Nacional
Pegó láminas de ‘gypsum’, superó una década de lesiones y volvió a Primera cuando lo daban por retirado: La lucha de Pablo Herrera

Herrera trabajó como asistente de construcción y jugó en una liga amateur de mexicanos en EE.UU., su padre le costeó algunas operaciones y confiesa, aprendió a convivir con el dolor en su rodilla. Hoy, de regreso en Primera luego de 3 años de ausencia, el futbolista de 33 años relata su historia de perseverancia y fuerza interior para volver a la máxima categoría.
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«Aprendí a convivir con el dolor», confiesa Pablo Herrera, de regreso en Primera en esta campaña, luego de casi tres años lejos de la división de honor y cuando se daba por sentado que, en muy poco tiempo, tendría que colgar los botines.
Un cúmulo de graves lesiones y recaídas mandaron a la lona al veloz y desequilibrante lateral que debutó con Liga, en donde se afianzó al punto de saltar al balompié de Noruega para militar con el Aalesund, hace ya 10 años.
Ha pasado mucho tiempo desde su estancia en el fútbol internacional, con calvarios constantes y prolongados que, hoy a sus 33 años, lo hacen ver el camino superado como una lucha interna para sostenerse y no perder la fe.
Cuando volvió de Noruega, lo operaron de una fractura en su rodilla izquierda, y unos años más tarde, el médico le explicó que tenía un desgaste de cartílago en su rodilla derecha que le provocaría constantes molestias para jugar.
Después de mucho tiempo en Segunda División, pues militó en Uruguay, Escazuceña y Marineros de Puntarenas, fue el equipo de Grecia el que abrió la puerta para su regreso a la máxima categoría.

Luego de militar en Pérez Zeledón, pasó año y medio fuera de las canchas, sin tocar un balón, pero resistiendo. Siempre asistió al gimnasio y se mantuvo en forma, aún cuando sabía que, volver a la Primera, parecía complicado.
Con el tiempo, se acostumbró a entrenar, jugar y vivir el fútbol con dolor.
«Hay que saber llevar el dolor, saber convivir con él. Como parte del proceso sé que hay que entrenar con dolor, tener dolor y saber jugar con dolor. A uno le toca acostumbrarse, ser mentalmente fuerte», explicó.
Trabajo duro. Nada ha sido fácil para Herrera, a quien le ha tocado ‘pulsearla’ y experimentar otras facetas, como parte de su proceso de recuperación.
Por ejemplo, durante un periodo de tiempo viajó a Estados Unidos, en donde laboró como asistente de construcción. Pegaba láminas de gypsum en los techos de las casas y los fines de semana jugaba en una liga amateur.
En un torneo no profesional organizado por mexicanos, Herrera empezó a recuperar la forma; recibía algo de dinero por jugar y trabajaba en construcción para ahorrar y mantenerse.
«Yo jugaba y me ganaba algo, ahí me sacrifiqué un poco. Además, era buena plata, porque los trabajos allá son bien pagados», explicó Herrera.
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También hubo ocasiones en las que su padre tuvo que asumir el costo de sus operaciones, en medio de su dificultad para encontrar equipos que lo quisieran contratar. Al final, la perseverancia le permitió regresar a Primera.
Después de militar en la Liga, Cartaginés, Pérez Zeledón y Uruguay en Primera, Herrera disfruta de esta etapa en el equipo griego.
El club lo contactó luego de encontrar la anhelada regularidad en Marineros en la Liga de Ascenso; en el club porteño jugó la mayoría de partidos y alcanzó el protagonismo suficiente para aspirar con la Primera.
Ciertamente, es un veterano, pero el futbolista desea alargar su carrera todo lo que sea posible.
Tenía cinco años sin marcar un gol, y en este torneo torneo ya lo consiguió.
«En mi caso, el fútbol es prácticamente todo, es lo que me encanta hacer. Sí ha sido difícil, es una lucha mental para estar bien y recuperarme», concluyó.