Plegaria: Que el muñeco sea brumoso y no anticartago
En lugar de enfurecerse con él, echarle las culpas y hasta negar su existencia, ¿el Club Sport Cartaginés debería asumir como propio al célebre muñeco?
Contundentemente, pienso que sí.
La psicología del movimiento mercadotécnico consiste en revertir el «efecto muñeco», convirtiendo lo malo en bueno, transformando lo negativo en positivo.
El cuento funciona así:
Si el muñeco tiene poderes mágicos que le permiten hacerle maldades al propio Cartaginés, haciéndole perder campeonatos de maneras increíbles (el gol de la media en el 69, las horquetas en el 76, los goles de camerino de Marvin Obando en el 79, el gol anulado al «Chino» Chan en el 88, el penal que no era en el 93, las dos expulsiones en cinco minutos en el 94, etcétera), ¡hay que lograr que el bandidillo haga sus diabluras a favor del Decano del Fútbol Centroamericano!
¿Cuál es el problema? Que los propios cartagineses han renegado del muñeco. Se enojan cuando los rivales se los echan en cara, refunfuñan, alegan que no existe, reclaman que no se burlen o los hay quienes se enfurecen con él y le echan las culpas de todo, aceptando su existencia, pero odiándolo con encono. Entonces, él, resentido, se saca el clavo.
Yo mismo, lo confieso, rabiaba contra el muñequillo ese. Vean esta foto y luego sigan leyendo:
Empero, ahora me digo, «hay que cambiar la estrategia», aplicando aquello que reza «si no puedes con él, únetele».
Si ese condenado muñeco fue capaz de soplar un chiflón para que el defectuoso tirillo de Luis Chacón dibujase una parábola que terminó dentro del marco del «Flaco» Pérez, si fue capaz que Rodrigo Badilla viese dentro del área una barrida de Dáger Villalobos sobre Kenneth Paniagua que fue por lo menos medio metro afuera, ¡entonces es capaz de hacer lo mismo, pero a favor del Cartaginés!
¿Qué tienen que hacer los cartagos? Aceptar al muñeco como patrimonio propio, quererlo, chinearlo, apapacharlo, hacer que se ponga feliz, contento de ser cartaginés, con sentido de pertenencia y más que aceptado, ¡querido!
En lugar de enfurecerse con él, echarle las culpas y hasta renegar de él, deberían usar sus poderosos influjos a favor y, entonces, que tiemblen Saprissa, Alajuelense, Herediano y el «sabor del mes» (equipo de temporada que le arrebata la cuarta posición al Cartaginés), porque ese pícaro muñeco es poderoso. En serio.
Por supuesto que se trata de un gesto simbólico, porque el muñeco es la mentalidad negativa, el temor al fracaso, la timidez que hace que miles de miles de cartagineses digan que son morados o manudos y que su segundo equipo es el Cartaginés solo para disimular en sociedad, como avergonzándose de sus verdaderos sentimientos, cuando en realidad son tan «cartuchos» como el mismísimo muñeco.
Piénsenlo. Ese muñeco pudo haber soplado hacia afuera el tiro de Juan Vicente Solís que clasificó a San Carlos. Ese muñeco son los vibras. Si son positivas, ayudan.
Yo, por mi parte, ya hice las paces con el muñequito:
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