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Por estas razones abogado pide que absuelvan a guarda por crimen de venezola

Guido Núñez, defensor del guarda sospechoso de matar a Carla Stefaniak en el 2018, realizó este viernes sus conclusiones en el juicio que se realiza en los Tribunales de Pavas. El crimen ocurrió en unas villas en San Antonio de Escazú.

Este es un resumen de los argumentos que externó a favor del sujeto de apellido Espinoza:

Sin rastros

El abogado dijo que al sospechoso le hicieron revisiones forenses en su cuerpo en las que no le encontraron ninguna evidencia de que haya tenido una confrontación, forcejeo o lucha. No tenía rasguños, rastros de sangre u elementos pilosos que lo relacionaran con el asesinato. 

Explicó que la médica que hizo la autopsia refirió que era posible que la víctima opusiera resistencia, sin embargo, eso no se reflejaba en el físico del detenido. 

Núñez dijo que en el cuerpo de la víctima hallaron residuos de tejido bajo las uñas de una de las manos, pero que no correspondían al guarda. 

«¿De quién son esos rastros subcutáneos? No había ninguna otra persona para poder compararlos», expresó. 

La mentira con el Uber

Agentes judiciales, trabajadores de las villas y los propietarios, testificaron que el guarda de seguridad aseguró que Carla Stefaniak se había ido de las villas Le Mas, en un carro de Uber, antes de las 5:30 a.m. el 28 de noviembre. La Fiscalía calificó la versión como una mentira, pues la mujer estaba ya sin vida en la propiedad. 

Una exagente del OIJ dijo que la revisión de videos demostró que al lugar no llegó un carro con las características citadas por el vigilante: oscuro y con vidrios polarizados. 

El abogado defensor dijo que sí se pudo identificar un vehículo con esas particularidades a las 5:24 a.m. Núñez no quiso decir con esto que la turista abordó el automotor sino que era posible que su representado creyera que ella iba ahí.  

La supuesta confesión

En el juicio una testigo dijo que estuvo con la madre del sospechoso cuando recibió una llamada desde Nicaragua. La comunicación supuestamente era de la pareja del guarda quien habría dicho que el sujeto le confesó el crimen. 

La testigo admitió que no escuchó la conversación pero aseguró que la madre del hombre le comentó lo ocurrido. Para la Fiscalía el testimonio goza de total credibilidad, pero para la defensa, es totalmente cuestionable.

Núñez lo comparó incluso con un «teléfono chocho». «Empezó una información, que no se sabe de dónde viene, y la única prueba que se tienen en relación a eso es que hubo una llamada ese día a Nicaragua con alguna persona. No se pudo imponer del contenido de esa llamada de ninguna forma», comentó.  

No había tiempo 

El defensor asegura que Espinoza laboró la noche del 27 de noviembre del 2018 y que era imposible que pudiera cometer el crimen, trasladar el cuerpo de la víctima a una zona boscosa, ocultarlo y regresar a la caseta de vigilancia de lasa villas. 

Sostiene que a las 11:00 p.m. el guarda recibió a un turista mexicano que entraba al hospedaje. 

Además, en declaraciones fuera de audiencia, el abogado comentó que nadie observó al sujeto sucio, sudado o mojado, sobre todo porque era una noche lluviosa.

Señales en el trayecto

Considera la defensa del guarda que en las villas no encontraron huellas o señales de arrastre del cuerpo en el trayecto entre la habitación de la turista y la zona boscosa. Piensa que en un área verde, con tierra, era necesario que quedasen restos de barro. 

¿Cuál fue la escena del crimen?

Para la Fiscalía y los querellantes, el guarda mató a la turista en la villa número 8, donde ella se hospedaba. Ahí un perro del OIJ detectó rastros de sangre que fueron revelados posteriormente con el uso de luminol. No obstante, Núñez aseveró que no se acreditó si la sangre era de la víctima.

La situación, junto con la falta de indicios del arrastre del cuerpo, dejan a criterio del abogado, abierta la posibilidad de que esa villa no haya sido el sitio donde mataron a la mujer. 

Falta de pertenencias en la habitación

La Fiscalía considera que las escasas cosas que el guarda tenía en la villa que habitaba eran señal de que preparaba escapar. El defensor argumentó que se trataba, en ese momento, de una persona con apenas seis meses en el país y por ende con pocas posesiones.  Añadió que en la habitación había un televisor.  

Acceso a las llaves

El Ministerio Público acusa que Espinoza, como guarda de las villas podía tomar las llaves para ingresar a la habitación de la turista y de esta forma no forzar la entrada.  

Núñez argumentó que nunca se probó si, además de la llave que se le daba a los huéspedes, existía un segundo juego al que el vigilante pudiera acceder. 

La historia de las maletas 

Durante el juicio, un transportista informal contó que poco antes de que fuera descubierto el cadáver de Stefaniak, llevó al guarda a la parada de la Coca-Cola en San José con dos maletas. 

De acuerdo con el testigo, el sospechoso comentó que en las maletas había juguetes que enviaría a Nicaragua. 

Inicialmente, se especuló que una de las piezas de equipaje podía ser de la turista, sin embargo, la tesis fiscal terminó siendo que en esas maletas era probable que estuvieran las pertenencias de Espinoza o evidencias de que limpió la escena del crimen. 

Núñez replicó que a nadie le consta el contenido de las maletas, por ende, se trata de suposiciones. 

Pudo ser alguien más

El defensor criticó el proceder del OIJ y la Fiscalía porque se conformaron con tener solo un sospechoso del crimen sin ampliar las líneas de investigación. Manifestó que a las villas entraban personas con suma libertad, que no se revisaron todas las habitaciones y que el guarda no era el único que conocía la zona boscosa de la propiedad.  

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