Si muere la »Copa Robo», ¡qué viva la Copa Oro!
Concacaf anunció la expansión de la Copa Oro a 16 equipos y que explorará la disputa del certamen fuera de Norteamérica.
Que aumenten la cantidad de equipos me suena a premiar la mediocridad, porque la región no tiene tantas selecciones con un nivel decente de competitividad, pero que se rote la sede sí me parecería un cambio en la dirección correcta: democratizar el deporte por encima del vil metal, la codicia pura.
Conste, ilusionarse no significa alegrarse, porque falta por ver si se cumple la expectativa, pero algo es algo. Durante años he clamado por la alternatividad de sedes y recién hasta ahora veo luz al final del túnel. Es por eso que nunca me interesó la Copa Oro. Una pérdida de tiempo, un desgaste innecesario para nuestros seleccionados.
¿Cuál torneo respetable de confederación se juega siempre en el mismo país? La Euro no. Ningún país aceptaría que siempre se juegue en Alemania. La Copa América tampoco. Los demás le patearían el trasero a Brasil si propusiese jugarla siempre allí. La Copa Africana de Naciones tampoco. Primero se arma la de San Quintín antes que se dispute siempre en Sudáfrica.
Solo Concacaf, sin f, organiza su torneíllo en un país donde dos selecciones juegan de locales sempiternas, por la cantidad de aficionados que viven allí: Estados Unidos y México, que encima son poderosas en términos relativos (para la zona, no mundialmente). Por añadidura, cuando se tambalean, no faltan ayudaditas arbitrales, una vez sí y la siguiente también.
Es como si en el torneo nacional se jugase siempre en el Estadio Ricardo Saprissa, porque es donde se promedia más asistencia. Diay, pues lógico que los morados ganarían la mayor parte de los certámenes.
Desde 1991, cual imbéciles, los ticos hemos ido como borregos al matadero, a jugar de visitantes ante los locales, Estados Unidos y México, siempre en desventaja, con el público y los arbitrajes en contra. Una asquerosidad (perdón por el término) que llevó a muchos aficionados en redes sociales a endilgarle el sobrenombre «Copa Robo».
Por eso, casi me da un «soponcio» cuando Rodrigo Kenton decidió llevar al equipo A de la eliminatoria hacia Sudáfrica 2010. Los jugadores no hicieron una pretemporada como Dios manda con sus equipos, se desgastaron y fracasaron, como suele suceder en Norteamérica, con todo en contra. Y, claro, la «Sele» se derrumbó y quedó eliminada del mundial.
Al torneúcho montado con fines económicos y no deportivos había que llevar siempre a selecciones menores, para que el fogueo les sirviera de algo, jamás a los titulares para desgastarlos y humillarlos cada dos años.
Pero, ahora, si de verdad cumplen y se rotaran las sedes, sí valdría la pena competir por el título regional en buena lid, como cuando se jugaba en toda la región (de 1963 a 1989). Con aquel formato, hubo seis campeones: Haití, Honduras, Guatemala, Canadá, México y Costa Rica (a diferencia de la Copilla Oro, que desde que se juega solo en Norteamérica… solo norteamericanos la ganan).
Por lo pronto, es tan solo una ilusión. El 7 de marzo Concacaf anunciará la forma de clasificación y las plazas que tendrá cada región. «Adicionalmente, podrían anunciarse detalles sobre los países que podrían albergar el torneo», informa el ente en comunicado oficial. Cruzamos los dedos.