Baldazos

Y la culpa del nivel de la »Sele» es de:

¿Rodolfo Villalobos? ¿Gustavo Matosas? ¿Ronald González?¿Los jugadores viejos? ¿Los nuevos? ¿»Machillo» Ramírez? ¿Un cóctel con todo revuelto?

Los dedos acusadores apuntan a todos los lados, partiendo de una premisa certera: la Selección Nacional no juega bien.

En 2019 tuvo un rendimiento patético de apenas un 41%, porcentaje pírrico y, aún así, superior al de 2018 (¡31%!).

La Fedefútbol tiene su cuota de responsabilidad por forzar un cambio de estilo por razones populistas. El 4 de octubre de 2018, aduciendo que «la voz del pueblo es la voz de Dios», el presidente Rodolfo Villalobos defendió la contratación de un técnico ofensivo fundamentalista: el uruguayo Gustavo Matosas. El peso le cae a la federación como ente, desde la Comisión Técnica hasta el Comité Ejecutivo.

¿Tiene Costa Rica jugadores para imponer condiciones al ataque contra quien sea? ¡Por supuesto que no! Los poquitos logros conseguidos en décadas y décadas han sido gracias a planteamientos con énfasis defensivo, desde Italia 90 hacia acá.

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Ni con camadas de jugadores mucho, pero mucho mejores que la actual, a la Tricolor le ha alcanzado para atacar a placer a nadie, sin sufrir consecuencias (salvo «pasteles» de la zona que, para no ofender, no mencionaremos).

Entonces, apostar por un DT al que le aburre estudiar meticulosamente a los rivales como hay que hacerlo, pixel por pixel en mil y un vídeos para contrarrestarlo tácticamente, fue un error; contratar a un iluso que pretendía que Costa Rica propusiera como si tuviera con qué, fue una estupidez y un retroceso.

Estupidez y retroceso, solo para complacer a los críticos a ultranza de Jorge Luis Pinto y del «Machillo» Ramírez, cuyos énfasis defensivos depararon clasificaciones cómodas a los mundiales 2014 y 2018, respectivamente, con mejores resultados el primero ya en la justa planetaria.

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Afortunadamente, Matosas se aburrió y se largó para siempre. Fue lo mejor que pudo suceder, porque así como perdió contra Haití en Copa Oro, júrelo que habría sucumbido en Nations League, con los centrales colocados en posición suicida, casi en mediocampo, regalándoles a los isleños todo el espacio del mundo para evidenciar la lentitud de carretas típicas detrás de fórmulas unos («Pipo» y Calvo lo denunciaron).

Entonces, el (re) sentimiento (ni tan) escondido de Ronald González con la federación lleva mucho de verdad.

La infausta era Matosas fue un retroceso, puesto que interrumpió una curva de rendimiento ascendente que se dibujaba en el interinazgo de González, visible en las meritorias victorias de visitantes en Chile y en Perú (ambas, 2 a 3). Se demostró que jugando a la defensiva se pueden anotar goles, con base en contragolpes y táctica fija.

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Ramírez también tiene su cuota de responsabilidad, por no atreverse a comenzar el recambio paulatino, aferrándose a una argolla herrumbrada, haciendo que el proceso se comenzara a hacer más abruptamente después, con los resultados ya conocidos.

El tiempo transcurre inexorable y nos toma con Ruiz viendo juegos por tele, Duarte desde las graderías, Campbell trotando en lugar de correr, «Pipo» y Waston jugando en cámara lenta, Gamboa, Borges, Bolaños y Oviedo venidos a menos, Saborío colgando los botines y, mientras tanto, un tumulto de jóvenes quienes, salvo Allan Cruz, no llenan los zapatos de sus antecesores en sus mejores épocas. Entonces, dentro de este cóctel de responsables, los encargados de liga menor tienen su cuota.

Así las cosas, pese a todo, salir «vivos» de la triangular clasificatoria al «Final Four» de la Liga de Naciones, aunque sea jugando peor que feo, horrendo, ya es algo. Y Ronald González lo tiene claro.

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Para clasificar por primera vez en la historia a tres mundiales seguidos, Costa Rica tendrá que ser todo lo contrario a lo que vendió Matosas, con su «blablablá» que engatusó a la federación.

¡Realista! !Pragmática!, así tiene que ser la «Sele». Así que prepárense, el sufrimiento vendrá incluido en el boleto, porque la prioridad será puntuar, tirando al cesto de basura la estética. Otro gallo cantaría si tuviésemos una generación con Keylor, «Catato», Róger, «Chunche», Wright, Castro, Solís, «Paté», Wilmer, Cayasso, Fonseca, «Chope», «Fello», Morera, todos al mismo tiempo… Pero no. Entonces, toca sufrir.

Eduardo Baldares

Antes de ser director de Columbia Deportiva, ocupó los cargos de editor web y jefe de redacción en La 13 Veces Mundialista. Trabajó en el diario La República de 1999 a 2009, donde comenzó como redactor y se convirtió en editor primero de Deportes y luego de Nacionales. Allí ganó el premio Levy Vega al mejor periodista de dicho medio en 2007. Durante su paso por Grupo Nación desarrolló contenidos de corte educativo en áreas diversas como economía, finanzas, pensiones, seguros, cooperativismo, arquitectura, construcción, salud, entre otros como manejo de residuos, temática en la que su serie de fascículos "Diay, Jacinto" obtuvo el premio “Alberto Martén Chavarría” a la mejor publicación periodística en Responsabilidad Social Empresarial de 2012. Graduado de honor en Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica, es Licenciado en Periodismo con certificados de especialización en fútbol, seguros y pensiones. Paralelamente, desde 1999 se ha mantenido vigente en el área de narración deportiva en múltiples medios de radio y televisión. Nunca olvidará cuando relató la final de la UEFA Champions 2018 desde el Olímpico de Kiev, Ucrania: Real Madrid 3 - Liverpool 1.

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