Kevin Briceño, el saprissista aliviado tras bombazo liguista de Alvarado
Si hay una afición atónita (por decir lo menos) con el fichaje del portero seleccionado nacional Esteban Alvarado es la morada.
Así lo hemos percibido en nuestras redes sociales, nutridas por múltiples repercusiones de saprissistas tirándoles al presidente Juan Carlos Rojas y al gerente Evaristo Coronado por “permitir” que Alajuelense “les robara el mandado”, máxime después de la triste actuación que tuvo Kevin Briceño en la final del Apertura ante Herediano.
Es más, cuando se supo que Esteban se había desligado del Trabzonspor otomano tras alrededor de ocho años de legionario en Holanda y Turquía, los primeros que brincaron en el ciberespacio fueron los saprissistas, clamando por la contratación del portero titular de Costa Rica en la exitosa gira sudamericana de noviembre pasado (victorias 2 a 3 ante Chile y Perú).
Parecía un movimiento natural, puesto que Alvarado proviene de canteras tibaseñas, forjado por Róger Mora…
Pero no. Fue la Liga, el archirrival, el que se hizo con un refuerzo de lujo en una zona en la que Saprissa luce más débil que Alajuelense, la portería.
Patrick Pemberton no comenzó bien la temporada, al punto que fue sentado casi una vuelta por Mauricio Vargas, pero cuando regresó al arco manudo lo hizo con solvencia. No como en sus mejores días, pero bien, por encima de la media local. Ahora, todo hacer prever que se convertirá en un suplente inusitado del Guante de Oro del Mundial Sub20 Egipto 2009, Alvarado. Un lujo que solo Herediano se daba con la dupla Moreira-Cambronero.
En cambio, Saprissa seguiría así, con un Briceño que se derrumbó en la final, salvo que le den la oportunidad al dos, Aaron Cruz, o al tres, Alejandro Gómez, quienes, en todo caso, se ven a años luz del nivel futbolístico y hasta mediático de Alvarado.
A Briceño se le endosan desde tres hasta los cinco goles encajados en la gran final ante Herediano. En el 2 a 2 en el Rosabal Cordero, se reclama una presunta falta de José Guillermo Ortiz previo a su flojo rechace que le sirvió de “pase-gol” a Óscar Esteban Granados, pero igual si hubiese puñeteado con fuerza en lugar de darle una palmadita al balón, estilo volleybol, nada habría ocurrido.
En el segundo, se lanzó tarde y mal después del tenue cabezazo de Aldo Magaña, débil y centralizado, a media altura, totalmente atajable.
Tampoco se vio bien en el 2 a 3 en Tibás. Jimmy Marín lo encontró a mitad de camino para “bañarlo” sin jabón. Ni salió a trabar ni protegió su portería. Luego, salió y se devolvió en un tiro de esquina que quedó picando dentro del área chica y que Cristian Reyes mandó a las redes. Para colmo de males, volvió a lucir lento de reacción y falto de poder en sus brazos para repeler el mortal tercer gol, como si Magaña se untara en la frente un narcótico sedante que se tragó Briceño.
Esa es la imagen que les quedó a muchos aficionados, la que les hace resentir hasta lo más profundo de su tuétano morado la contratación de Esteban Alvarado con la Liga Deportiva Alajuelense.
Así las cosas, el saprissista más aliviado con el bombazo manudo ha de ser Briceño… Y el manudo menos contento: Patrick Pemberton.