Pellízquense, jugadores y «Machillo». Brasil 2014 ya pasó
El nombre no jugó el jueves contra Panamá. No juega (y menos si no se tiene, como Costa Rica… ¿o acaso ya nos creemos potencia?) Así que tampoco jugará contra Trinidad y Tobago.
Si llegamos a los cuartos de final en Brasil 2014 fue gracias a la fusión de dos factores coyunturales en tiempo y lugar precisos: un técnico ganador en estado de iluminación y jugadores buenos en su mejor momento, «a punto de chocolate».
Hoy, tres años después, separados, Jorge Luis Pinto la pasa mal en Honduras con una generación deficiente y, acá, varios seleccionados ya dejaron atrás el pináculo de sus carreras y parecen haberse montado al tobogán del declive. Óscar Ramírez, un técnico exitoso en el plano local, todavía tiene mucho qué demostrar internacionalmente. Podría salir avante, pero debe dar un salto evolutivo.
A diferencia de su antecesor, Paulo Wanchope, quien trató de implementar demasiadas modificaciones al esquema de Pinto, Ramírez fue más «vivo» y retomó puntos medulares del exitoso modelo del colombiano: el sistema de juego (5-2-2-1) con un claro énfasis defensivo, que le ha permitido construir una retaguardia relativamente difícil de horadar.
Sin embargo, por más que Keylor Navas ataje como ataja, el portero del Real Madrid no puede salir a bloquear las alas para que no le centren, no puede recuperar y servir con criterio en mediocampo, ni dar pases gol ni, mucho menos, le corresponde ir a perforar él mismo las redes rivales. ¿O sí?
La eliminatoria no es el mundial. Es decir, no hay equipos como Italia, Inglaterra, Uruguay y Holanda, que, sabiéndose superiores, nos enciman y atacan, propiciándonos espacios para que los batamos de contragolpe. Acá, rivales como, por ejemplo, Panamá, son los que se encierran y nos obligan a ser nosotros los que arriesguemos. Y ya los canaleros salieron muertos de risa del Estadio Nacional al frente de una Sele cauta, predecible, sin mayores variantes ofensivas.
Costa Rica jugó como si su solo nombre, el recuerdo de Brasil 2014, el bicampeonato europeo de Keylor y los antecedentes contra los mismos «panas» bastaran para ganar el partido. Empero, conforme pasaron los minutos fuimos abriendo los ojos, dándonos cuenta de que faltaban respuestas futbolísticas (combinaciones, intercambios, señuelos, cambios de ritmo, variantes…) para resolver los acertijos tácticos que planteó «Bolillo» Gómez y, así, el cero a cero cayó como un baldazo de agua fría.
El nombre no jugó. No juega. Y tampoco jugará contra Trinidad y Tobago. Hay que sudar mares, luchar cada balón como si de ello dependiera la vida, y estudiar bien al rival. ¡Y no solo para saber cómo contrarrestarlo! Sino para atacarlo, anotarle y derrotarlo.
La Selección suma dos puntillos de nueve disputados por eliminatoria en este 2017. Pellízquense, jugadores y «Machillo».