Baldazos

Budapest: El paraíso arquitectónico donde quisieron asaltarnos (Anecdotario Columbia II)

(Columbia en Budapest)- Estar en la capital de Hungría es caminar en un museo con la bóveda celeste cual domo, como deambular en una pintura, como flotar entre las líneas de un poema. Así de bella es Budapest.

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Partida por las aguas del Danubio, con destellos dorados y plateados acariciándote las retinas, unidas Buda y Pest por fastuosos puentes de exquisita arquitectura, diríase que es un lugar etéreo (indigno del fútbol local y del que mostró Costa Rica este martes). ¡Oh, cruel vuelta a la realidad! Futbol de tercer nivel jugado en este pedacito de cielo… por fuera, porque por dentro esconde lo impensado a simple vista: pobreza y peligros. ¡Casi nos asaltan!
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Después de la cobertura de conferencias de prensa y reconocimiento de cancha de la «Sele», con la mejor de las intenciones unos amables, hospitalarios y serviciales ticos que bregan y habitan aquí nos invitaron a conocer el metro, una de cuyas estaciones queda cerca del Groupama Arena, así que fuimos esperando ver una extensión subterránea del Castillo de Buda… pero no.
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Gente envuelta en mantas de franela a la par de paredes despintadas y con grafitis, sobre pisos mugrosos con basuras volando a la velocidad de gélidas ráfagas y la temperatura a 1 grado o 2; el impacto fue de inmediato y literal: del cielo al infierno y, en eso, el susto del periplo…
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Intentando adquirir el boleto del metro en una máquina, se nos abalanza un sujeto de pésimo aspecto, mal encarado y ojos saltones, inyectados de sangre, en actitud agresiva, estirando brazos como para tratar de ver qué nos arrancaba; José Alberto Montenegro tuvo que dar un salto para esquivarlo, yo dí un paso hacia atrás y sujeté el trípode dispuesto a reventárselo en los dientes; cuando se sumó otro vándalo y se aproximaban dos más, nuestros amigos ticos desertaron de la compra allí y fuimos a un puesto atendido por una húngara amable, y bajo custodia policial. Subimos al metro, nos contamos anécdotas chistosas tratando de calmarnos y cuando subimos a la superficie emergimos a la Feria Navideña en pleno centro de Pest: ¡De vuelta al cielo!
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A propósito del frío, ahora el Fello Meza de noche me parecerá el Chorotega de Nicoya al mediodía. El primer día salimos a reportear creyendo que seguíamos en Málaga y se notó al aire en el Facebook: Se nos «lenguó la traba» horrible. A José le salían gotas de la nariz y me daba miedo que alguna se me volara a la cara y, oh, ley de Murphy, una me pegó en la mejilla (por dicha no en la boca). Se me cerraban los ojos y temblaba. El día del partido, me puse gorro (me lo quité para la foto), guantes (había que quitárselos para teclear o usar el teléfono), doble media, buzo bajo el pantalón, doble camisa, doble suéter tejido y la jacket de acampar que mi mamá me regaló hace cinco años y que nunca me había puesto (por caliente); ¡gracias a mi esposita por insistirme que la trajese! Al regreso del nuevo ridículo de la «Sele», Budapest estaba a -1 grado. Pero peor la Tricolor: -6 en la gira por Europa.

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