7 pecados capitales de Saprissa
Aquí, un análisis del frustrado intento del “Monstruo” por alcanzar su título 35:
1 Soberbia. El defensor Alejandro Cabral tiró por la borda su buena campaña, que lo llevó a ser catalogado como el mejor refuerzo del Saprissa. Perdió la cabeza cuando su equipo más lo necesitaba, en la final, con el global 4 a 4, vuelto loco por la habilidad de un Jimmy Marín que lo mandó a comprar sotana. El chiquillo lo sacó de quicio, el argentino lo quiso estrangular, le sacaron amarilla y, en lugar de tranquilizarse, explotó, como creyéndose intocable por jugar de local en un estadio donde a muchos árbitros les tiembla el pulso para sacar tarjetas rojas. Pero esta vez no: Pedro Navarro no se dejó intimidar por la soberbia del sudamericano, que dejó a su equipo con 10 al 88’ y fue clave en la derrota ante el Team, en tiempos extra.
2 Envidia. Si algo han de sentir los morados es envidia por lo bien cubierta que estuvo la portería del Herediano. A diferencia de un Leonel Moreira frío, sereno, seguro, determinante en los momentos cumbre, Kevin Briceño se derrumbó en la final. En la ida cedió dos goles malos (por más que haya sido ligeramente cargado en el primero, si puñetea con seguridad no pasa nada) y en la vuelta se le achacan al menos dos de los tres. Punto bajísimo.
3 Gula. Qué par de cambios más malos hizo Vladimir Quesada en la final de vuelta (obviamos el de Heiner por Stwart, porque fue por lesión). Si sacar al artillero morado, Venegas, autor de 11 goles y verdugo florense con 4 dardos clavados en el corazón rojiamarillo, fue tremendo, un craso error, la salida del defensor derecho, Yostin Salinas, para ceder su lugar al mediocampista Juan Bustos, a 10 minutos del final de tiempos extra, fue peor; ¿se engolosinó con el deseo de ganar antes de los penales? Lo cierto es que al minuto siguiente Júnior Díaz se coló justo por ese sector y mandó el centro que se convirtió en el cabezazo de Magaña… el lapidario 2 a 3.
4 Pereza. Hay que ser francos. Pereza es un término más bien amable para describir la reacción de los morados en nuestras redes sociales cuando se anunció que Saprissa contrataba a Jairo Arrieta. Simplemente, al saprissismo no le gustó que su equipo, el más ganador del país y por tradición el que mejores fichajes hace, adquiriese a un suplente de Herediano, al que se le mojó la pólvora y que el Team dejó en libertad así no más. El gol que botó solo, solo, solo en la final les dio la razón a los críticos del “Pamperito”.
5 Ira. Jafet Soto es el pararrayos de todos los rencores, de toda la atención y la tensión, quien se hace odiar cada vez que tiene la oportunidad y quien ejerce de válvula de escape para sus dirigidos cuando la olla de presión está a punto de explotar. Así lo hizo este domingo. Cuando Saprissa arrancó con furia y parecía que iba a arrasar con Herediano, Soto Molina se hizo expulsar, aparentemente de forma irracional… Pero, analizándolo en frío, nos daremos cuenta que luego del estrepitoso abucheo contra él, su equipo se calmó, tapó mejor los espacios y equilibró, luego bajo la batuta de Medford en el banco. Por más ira que les dé a sus rivales, en el fondo, todos quisieran tener a un técnico y/o gerente tan capaz de todo por su equipo, hasta de ponerse de escudo.
6 Lujuria. El empate en Heredia desató pasiones triunfalistas en un sector del saprissismo, como si la serie la ganara por sí solo el Ricardo Saprissa, con 22.000 gargantas profiriendo cánticos y 44.000 piernas brincando y haciendo cimbrar “La Cueva”. Aquella paridad hizo que muchos entraran en éxtasis, placiéndose como si fueran campeones y lo expresan en redes sociales, sin saber que ese tipo de manifestaciones alimentan la Fuerza Herediana, que entre más atacada se siente, más se fortalece mental y futbolísticamente.
7 Avaricia. Por más que en pretemporada el técnico Vladimir Quesada pegó el grito al cielo, Horizonte Morado no subsanó las cinco bajas terribles que sufrió en ofensiva (Colindres, Ramírez, Moya, Rodríguez y Bengtson). Los refuerzos no llegaron ni en cantidad (2) ni con la calidad suficiente (Arrieta y Tassio). En un medio competitivo, con rivales potentes y que sí invierten, que no escatiman y que no pecan de avaros, como Herediano, ¡hay que meter billete! Ahora, si quieren hacer buen papel en Concacaf y recuperar la corona local, tendrán que hacerlo.