¡Almorzamos con la Reina Sofía en Málaga! (Anecdotario Columbia)
(Columbia en Málaga)- Dicen que a los periodistas nos pasa de todo en las giras internacionales, pero al suscrito y a José Alberto Montenegro se nos pasó la mano. Si no, lean las siguientes líneas: desde almorzar con lo más elevado de la alcurnia europea hasta toparnos al aire con una palabrota atroz, de las peores vulgaridades que puedan oírse en Costa Rica, pero que acá, en España, tiene más bien un significado inocente.
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Este viernes, luego de realizar las notas de rigor sobre Selección Nacional y de visitar el Fan Fest de la Real Federación de Fútbol de España (RFFE), donde también consignamos algunos trabajos especiales, decidimos volver al magnífico hotel donde nos hospedamos para dejar equipos y, de una vez, almorzar allí. Ahí nos llevamos una gran sorpresa.
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Llegamos al restaurante con nuestros jeans, tenis y camisas tipo polo (las camisas, repito) y chocamos con cierta resistencia del encargado. «Afuera hay muy buenos restaurantes, eh». Insistimos que queríamos comer ahí. «Sí, pero acá mismo, abajo, en el centro comercial, podéis comer bien», replicó. De pronto, vi los ojos de José Alberto abrirse desmesuradamente; me voltee y la vi: La Reina Sofía de Grecia, reina consorte de España, esposa del Rey Juan Carlos I y madre del Rey Felipe VI, llegaba al sitio, con miembros de la realeza, de la RFFE y del concejo malagueño.
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Nos saludó sonriente. «Monte» se quedó petrificado y yo atiné a devolverle la sonrisa, con una ligera inclinación de cabeza (por dicha no le dije nada como «¿qué me dice, mi Reina?»). Luego del paso de la seguridad de rigor, por fin el encargado nos dijo: «Bueno, podéis pasar», pero, eso sí, nos puso en la pura puerta, lo que, en todo caso, nos dejó a solo una mesa por medio de la Reina. Los guardaespaldas se sentaron en la mesa posterior a nosotros, disimulando que nos vigilaban y, aún así, mientras degustábamos nuestro bacalao en especias el audaz de «Monte» se las ingenió para tomar las fotos que pudo. La mejor, la que ilustra esta nota. Resultó ser que doña Sofía vino por la inauguración de un instituto contra el Alzheimer acá. Ve vos.
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La primera anécdota nos ocurrió recién llegados a Madrid. Había mucha fila en el puesto migratorio y faltaban solo 25 minutos para abordar el vuelo hacia Málaga. Para no cansarlos con el cuento, Montenegro tuvo que poner a prueba sus dotes de maratonista, !y yo detrás de él! El aeropuerto de Barajas es tan grande que para desplazarse de un hangar a otro hay que tomar un metro interno, pero también hay que caminar y fue entonces que corrimos, puesto que había llegado la hora de partir y nosotros lejos… Un minuto, 30 segundos… 5, 4, 2… Por fin, llegamos, ni nos revisaron, corrimos, el avión estaba encendido y las puertas cerradas, pero nos abrieron y, sudorosos, logramos llegar a tiempo, junto con el colega Jorge Caamaño, que anda por acá. Salvada.
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Ese mismo jueves, luego de medio comer y alistarnos, acudimos al entrenamiento en la cancha contigua a La Rosaleda. De pronto, mientras alistábamos equipos, encendieron los irrigadores de la grama y tuvimos que volvernos, de espaldas, mojándonos, con tal de salvar los equipos de Columbia. Diay, ni modo.
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Y, para terminar, el viernes, durante un recorrido en las afueras de La Rosaleda, transmitido en vivo por el Facebook Live de Columbia Deportiva, nos encontramos con unos simpáticos gitanos, que llevaban unos cartelones para apoyar a la selección española. «Monte» pidió que los mostraran y, ¡sorpresa! Ahí estaba: en vivo, a todo color y en letras gigantes, una palabrota costarricense, la peor vulgaridad para mencionar al órgano sexual masculino… En medio de la congoja, José Alberto les pidió descifrar qué quería decir, y resultó ser algo así como «camarada», «colega», «amigo», en suma, algo así como «mae» en nuestra querida Costa Rica. Y ahí quedó, para la posteridad, en el muro de Columbia Deportiva en Facebook. En fin, así es esto del periodismo allende nuestras fronteras. Un gran saludo.