La humildad de Jafet Soto
«Soyla» no pudo más. Soy la que vende publicidad. Soy la que mercadea. Soy la que administra. Soy la que contrata y, encima, soy la que dirige al equipo. «Soyla» no pudo más.
El gran mérito de Jafet Soto fue la humildad, cuando supo hacerse a un lado en el momento preciso, quedándose en la gerencia general y dándole el volante técnico al hombre idóneo: José Giacone.
Cuando Jafet le heredó la conducción a Giacone, el Team iba sétimo. Acostumbrado a dirigir planteles poderosísimos, con 11 titulares y al menos 7 suplentes de primera, Soto de pronto se encontró sin Pablo Salazaar, Allan Cruz, Luis Díaz, Jimmy Marín ni José Guillermo Ortiz. ¡Cinco titulares! Y eso que ya se había marchado Leonel Moreira.
Entonces, sus planteamientos, normalmente ofensivos, en los que Herediano proponía, ya no fueron tan efectivos y Jafet se dio cuenta de quién tendría que reemplazarlo: y escogió al ideal.
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José Giacone siempre ha nadado contra corriente. Ascendió a la UCR y la llevó a segunda fase, donde se vio obligado a disputar semifinales a dos partidos en el Ricardo Saprissa, ¡contra Saprissa! Perdió un juego y empató el otro.
Luego, con Belén, Giacone disputó semifinales a dos juegos en el Rosabal Cordero, ¡contra Herediano! Empató los dos partidos y quedó fuera por el criterio llamado «ventaja deportiva».
Finalmente, cuando pudo jugar al menos un cotejo de local, le dio a Pérez Zeledón su primer y único título, contra el súper híper mega ultra recontra favorito, Herediano.
Entonces, Soto lo supo. Si algún técnico podría ser capaz de solventar las bajas sufridas por el Team y arruinar la tremenda campaña de Alajuelense, era precisamente Giacone.
Y la movida surtió efecto. Con base en análisis obsesivo, pixel por pixel, Giacone neutralizó primero al Saprissa y luego al Alajuelense, maniantó sus principales figuras y, en agónico desenlace, se apoderó del título 28. Pero todo comenzó con la autocrítica de Jafet, el ajedrecista del fútbol tico, quien tuvo la humildad de ceder el timón.